La segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer.

martes, 20 de diciembre de 2011

Sonreí cuando empecé a imaginarte trepando por mi ventana.

 +Sonríe… por favor, si no es por ti hazlo por mí.
 -Hoy no puedo. 
+Si puedes, solo es que no quieres.
 -No es eso, es que sinceramente hoy no tengo motivos por los que sonreír. 
+¿Ah, no? Soy capaz de saltar hasta tu ventana, abrirla, colarme en tu casa y no dejarte en paz hasta que saques esa sonrisa tan bonita que tienes. 
-No, no eres capaz... 
+¿Qué no? Y sin ni siquiera ir hasta allí puedo hacerte sonreír.
 -Lo siento pero es que no puedo, no me sale y ademas no tengo motivos... 
+¿Quieres que te de motivos? ¿Quieres que te diga cómo eres y por qué vales? Eres una de las personas más maravillosas que conozco, cuando necesito a alguien... apareces, no sé de donde, pero allí estás tú con tu carita, tus palabras, recordándome una y otra vez por qué merezco la pena, con la forma más única de hacerme olvidar lo malo. Por lo que me haces sonreír cuando hablas, me haces sentir bien, a gusto cuando estoy a tu lado, sé que si tengo frío me vas a ofrecer tu abrigo, me vas a abrazar y también vas a hacerme olvidar que estamos en el lugar más frió del mundo, y entonces te miro y tú… sonríes, recuerda… sonríe, que tienes la sonrisa más bonita que he visto nunca.
 -¿Sabes? Sonreí cuando empecé a imaginarte trepando a mi ventana, con esa locura que tienes, intentando entrar en mi habitación, con el pelo alborotado, sabiendo que lo harías para verme solo un instante.

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