-Sara: Aitor, voy a estar contigo, ¿sabes? Porque no sé cuando me enamoré de ti ni cuanto porque no hay metros cúbicos ni litros para medir todo eso. Pero sí se por qué. Porque tienes un hueco aquí, entre el hombro y el pecho y cuando pongo la cabeza me siento en casa. Y porque en todas las fotos que tengo tuyas sales siempre sonriendo, en todas...
¿Y tú Aitor, por qué te enamoraste de mi?
-Aitor: Yo no escogí enamorarme de ti, pero la primera vez que te besé, nuestros dientes se rozaron durante una milésima de segundo y fue increíble y la hora exacta de ese beso era las 12:10. Y quité la pila del reloj para que se quedase la hora detenida siempre, parada. El minuto exacto en el que me besaste está metido en un reloj, para siempre... y ya nunca sé que hora es, pero me da igual. Y desde entonces miro constantemente el reloj.
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